domingo, 18 de noviembre de 2012

Posdata, te extraño.

Suelo decirle a la gente que te he olvidado, que tú para mí estás muerto. He intentado créermelo de todas las maneras posibles, deseando que un día me despertara y ya no te echara de menos. He probado de muchas formas, y siéndote sincera, he aprendido mucho en este tiempo sin tí. He aprendido, por ejemplo, que lo que una vez nos dice la cabeza, más tarde el corazón lo termina traicionando. He sido la espectadora de una lucha entre mi conciencia y mis sentimientos, y aún así parece que la guerra no se acaba nunca. También, he buscado dentro de mí lo que jamás había visto con estos ojos. Buscando una respuesta a por qué siempre termino con una sonrisa en los labios. Y bueno, tus labios creo que podrían calificarse como la peor tortura conocida. Sólo pensar en que hubo un momento en el que creí que no los echaría de menos, que eran unos labios como los de la mayoría de los hombres. Ahora sé que me equivocaba. Recuerdo cuando en un tiempo tú me preguntabas cuanto te quería y yo intentaba darte una respuesta indefinida, algo que jamás hubieras escuchado. Tú me asegurabas que me querrías eternamente, y continuamente me hacías jurar que caminaría contigo hasta el final. Jamás pude hacerlo. Sé que te dije mil y una tonterías por aquel entonces, pero tampoco me arrepiento de haberlo hecho. A mi lo que me llenaba era tu sonrisa. Sé que mis amigos no dejaban de criticar nuestra extraña manera de querernos; de vivir el uno por el otro en apenas dos miradas. Todos ellos sabían que yo era una inexperta en esto del amor. Ahora me doy cuenta de que ellos no comprenden lo que significa realmente amar. Y ha pasado bastante tiempo desde la última vez que me dirijiste la palabra. Te aseguro que me siento una gilipollas desde que te juré que no me importabas. Te dije también que no te echaba de menos, que no te necesitaba. Quizás lo hice por orgullo, o tal vez pensé que de esa forma me olvidarías antes y seguirías con tu vida. Que te haría ver que yo sólo soy ese error que siempre me sentí a tu lado. Ojalá algún día tengas tiempo para explicarme cómo te sentiste tú tras nuestro último abrazo. Solías decirme que no te considerabas guapo; que eras un chico más del montón. A lo mejor no me creíste nunca, pero te repito que desde que te conocí para mí has sido el más precioso de este mundo. Te lo aseguro, nadie sobre la Tierra tiene tus ojos. Tú y yo llegamos a nada mayor que los besos. A nada físico, me refiero. Realmente presumoen secreto de que tú y yo nos hemos querido como pocos lo han hecho. De que podíamos hacer el amor con sólo mirarnos. Yo ni siquiera te saludaba con un beso. Nunca. Lo considerabamos algo demasiado valioso como para malgastarlo a la primera de cambio, algo demasiado personal. La gente tampoco conseguía entender eso. En este tiempo me han pasado muchas cosas. Ha llegado más gente a mi vida, para qué te voy a mentir. Y toda esa gente, se ha ido yendo también. Si me abandonaron o les abandoné yo, eso es algo que ni siquiera recuerdo ya. Créeme, ha sido mucha, muchísima gente la que ha aparecido en mi camino. Pero joder... Por qué ninguna de ellas se parece lo más mínimo a tí? Por qué tienes que ser tú la única persona en este mundo que llene ese hueco incompleto en mí? Por qué demonios tenemos que ser tú y yo el uno para el otro? Por qué tienes que ser especialmente tú mi alma gemela? Sabes? Me gustaría poder decir que has cambiado. Que ni siquiera te reconozco, que no eres ese pequeñajo de ojos preciosos del cual yo me enamoré. Pero sé que la que realmente ha cambiado soy yo. Sé que la que te abandonó sin motivo, la que no se merece que le recuerdes y nunca podrá olvidarte soy yo. Algunas veces prometo que incluso sentía miedo. Miedo de que pudieras llegar a sentir algo tan grande por alguien como yo; la que siempre te ha repetido que no te merece. Tenía miedo, sí. Miedo de no poder quererte de la forma en la que no lo hacías tú. Otros recuerdos, aún así, son los mejores que tengo guardados. Los tengo escondidos aquí dentro, junto a la bola de papel que hice con nuestra foto y que jamás pude romper, y una caja donde todavía guardo un montón de regalos que me quedan por darte algún día. También guardo en la caja un frasquito con mi olor. Tú siempre me repetías que te encantaba, y yo hacía como la que no lo consideraba especial. Me dí cuenta de lo que significaba para tí el día en el que soñé otra vez con el aroma de tu pelo. En la caja, hay incluso un juego de sábanas blancas. Son por cada vez que me acostaba, cuando me daba por pensar en tí. Tanto lo hice, que mis sábanas terminaron recordándome cada noche que una vez te prometí que dormiría contigo. Hoy, escribiendo todo esto sólo espero que sepas comprenderme como lo llevas haciendo desde el día en el que te conocí. Entender que ni siquiera sé si merezco que me quieras. Buscar la razón por la que abandoné a la persona que más me ha llegado a importar en esta puta vida. Y te prometo que cuando lo haga, volveré para decirte todo lo que siento y demostrarte con mi vida que jamás volveré a querer a nadie de la manera en la que te quiero a tí. Gracias, una vez más, por dejarme formar parte de tu vida. Ojalá algún día volvamos a ser una sola piel. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario