miércoles, 24 de abril de 2013

Te quiero.

Te quiero, te quiero, te quiero. Podría repetirlo hasta que mis labios se sequen y las palabras dejen de tener sentido. Podria escribirlo en alemán o en chino, al revés, con letras rojas o con tinta invisible. Podría tatuarmelo en la frente, podría escribirlo en un puente o ponerlo en un candado y tirar la llave al mar. Podría hacer que un avión lo escribiese en el cielo, como en las películas, o que apareciese en el marcador en medio de un partido.
Pero no me gustan los aviones, ni voy a ver los partidos, no sé hablar chino ni alemán, me dan miedo las agujas y nunca encontraré tinta invisible. Tal vez algún día el puente se derrumbe, o tal ves la llave volviese algún día a la orilla.
Solo me queda poder decírtelo.

Puede que sea verdad.

Puede que sea verdad, puede que sea la típica chica que deja sus cosas a medio hacer cuando se cansa, piensa que volverá a acabarlo y le cuesta volver, la típica a la que le gustan las películas románticas, pero no regala nada el 14 de febrero, esa a la que le gusta que sus amigas le cuenten los cotilleos de la gente y los de ellas, y luego se da cuenta que no tiene nada que contar; esa niña olvidadiza y despistada que se asombra por cualquier cosa y al rato se da cuenta de que eso ya lo sabía; pero lo que también sé y tengo seguro, esque soy esa chica a la que no le cuesta arriesgar nada si tiene motivos suficientes.

Arriesga.

Amar es arriesgarse a que no te quieran. Esperar es arriesgarse a sentir dolor. Intentar es arriesgarse a fracasar. Pero hay que arriesgarse. Porque lo más peligroso en esta vida es no arriesgarse a nada.

Ya sé por qué te quiero.

¿Sabes? Ya sé por qué te quiero. Te quiero porque haces las cosas fáciles, porque si tuviera que elegir un lugar en donde vivir, sería tu cuarto, porque en tu cama, el mundo es tan pequeño que parece que no puede pasar nada más y es que no necesito que pase nada más si estoy contigo.